Fue con ocasión de un tentadero organizado en condiciones climatológicas de las más adversas en el “Mas de Carrelet”, propiedad del ganadero Bruno Blohorn, que hemos podido conversar con Charlotte y averiguar el lema de la familia Yonnet: “mantendré”, propósito nada fácil desde luego. “Tenemos 60 vacas y dos sementales de procedencia Yonnet. Este año lidiaremos una sin caballos en Arles, dos ejemplares en novillada concurso en Saint-Martin de Crau, y tenemos otro reseñado para una fiesta campera. Disponemos además de una corrida cinqueña que saldrá rumbo a Levante y las calles de un pueblo de Valencia” apunta la joven titular de la vacada. «Todavía queda pendiente de determinar el destino de otro encierro de cuatreños, y tres novilladas sin picadores. El momento es delicado para los criadores franceses. Al mismo tiempo vamos a probar con otra rama, aun conservando lo nuestro por separado. Mi madre acaba de hacerse con una punta de veinticinco vacas de encaste marqués de Domecq que ha comprado a Patrick Laugier. Luc Jalabert nos ha prestado un padreador y ya veremos si nos gusta el resultado. Aunque las vacas no las he visto parir y desconozco lo que llevan dentro, un hándicap para las nuevas pupilas» desde el punto de vista de Charlotte. La primera vaca herrada con el hierro de casa, seria cuatreña, luce sin duda alguna de las características de su procedencia, y no tarda en dejar aflorar una calidad que no se puede negar, la que se anda buscando con el sello Yonnet. En seis ocasiones se estrella con bravura contra el peto del caballo que monta Alain Bonijol, para luego embestir con temple y la boca cerrada a todos los cites de la muleta de Juan Bautista, que se deshace en elogios hacia la vaca de sus primas. “¡Enhorabuena ganadera, gran vaca!”. “¿Será cierto que vas a matar una de nuestras corridas? replica la criadora con una sonrisa cómplice. Las dos vacas siguientes no rayan a tan alto y difícil nivel, pero acuden cumplidoras a las telas toreras de Juan Bautista, antes de autorizar algunas series de buena factura del joven Mateo Julián.  

Un tentadero lleno de buenos augurios para la joven criadora de Salin de Giraud. «Desde algún tiempo atrás, las tientas denotan cierta regularidad y las vacas suelen salir de este modo» concluye el diestro de Arles. Charlotte Yonnet se muestra encantada, heredera de un apellido de lo más prestigioso de la cabaña brava francesa, no esconde su gran ilusión por mantener su hierro al más alto nivel.