Las jornadas organizadas por
Fátima Halcón disertó sobre cómo han ido evolucionado las plazas de toros, que dejaron de ser cuadrilongas, es decir, espacios organizados para la caballería, y se convirtieron en redondas para evitar los ángulos muertos y favorecer así la lidia.
Luque Teruel defendió desde un punto de vista teórico por qué la Tauromaquia podía convertirse en una de las bellas artes. Por su disposición y forma, por su ritmo y su estructura y por su discurso artístico. Con esos argumentos concluyó que el toreo entra plenamente dentro del discurso de las bellas artes.
El periodista Paco Aguado disertó con ingenio y sapiencia sobre las íntimas y próximas vinculaciones del toreo, entendido primero como fiesta ritual y luego como expresión artística, con las distintas etapas de la historia de España. Se centró principalmente en el siglo XX y expuso cómo la fiesta ha sabido adaptarse a las exigencias de las demandas populares. Y sobre todo denunció con vehemencia el uso propagandístico que la dictadura hizo de los toros.
Albert Boadella expuso su decálogo de la afición taurina y por qué hoy es casi herético ser taurino. Ser distinto, ser amante del individualismo creativo, amar el esfuerzo y el éxito, disfrutar de la pasión colectiva y reflexionar sobre la condición del hombre y del animal en la actualidad fueron algunas de las aseveraciones que utilizó el dramaturgo catalán para defender y justificar su pasión por los toros.
Cerró
Fotos: Juan Gabriel Jaén