Plaza de Toros de Jaén. Coso de La Alameda

Media entrada en tarde agradable.

Añojos de la ganadería de Giménez Indarte, de buen juego en general, sobresaliendo el sexto.

Javier Orozco (Escuela de Ronda) Una oreja

Rubén Martínez (Escuela de Almería) Una oreja

Alejandro Jurado (Escuela de Jerez) Tres avisos

Carlos Aranda (Escuela de Baeza) Dos orejas

Miguelito Andrades (Escuela de Jerez) Ovación

José Antonio Lavado (Escuela de Málaga) Ovación

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Festejo tremendamente interesante, el vivido ayer, por cuanto se pudieron ver a seis futuribles toreros dando sus primeros pasos en la más arriesgada y difícil profesión, como es la de ser torero. Ellos lo quieren ser y ayer lo demostraron.

 

Se llevó el gato al agua el becerrista de la Escuela de Baeza Carlos Aranda, que dicho sea de paso es oriundo de Daimiel (Ciudad Real). Con oficio, muy solvente, realizó una faena muy compacta de principio a fin. Toreo variado y clásico. Era uno de los firmes candidatos a llevarse el premio y así fue.

 

Destacaron igualmente la pareja formada por Miguelito Andrades y José Antonio Lavado. Dos toreros diminutos en su estatura, pero igualmente con una gran proyección por delante. Ambos repetían presencia en la final, pues ya el año pasado fueron finalistas y sin ir más lejos Lavado fue ganador de la última final. Pudo repetir triunfo, se quedó escasos puntos tras una excelente faena al que cerraba plaza, toreando muy largo, por bajo y a placer. Se le fue el triunfo tras pinchar por la espada.

 

Lavado junto a Andrades ofrecieron una de las mejores imágenes de la tarde al realizar juntos un quite por colleras. Esta imagen, sin duda, hace grande este tipo de festejos taurinos en los que el aficionado tiene ocasión de presenciar momentos que hoy día parecen casi desterrados de las plazas.

 

Andrades, no dejó indiferente al personal. Tiene un concepto muy bueno el torero y también mucha personalidad. Con el capote se estiró y lanceó con empaque. La espada le quitó de enmedio la posibilidad de un triunfo mayor.

 

También dejó muy buenas sensaciones Rubén Martínez, de Almería. Mucha disposición y entrega, destacando su toreo de rodillas.

 

Javier Orozco fue el encargado de abrir plaza y quizás eso pudo pesar en su actuación, sumado a que el becerro que le tocó en suerte fue de los más complicados de la tarde y no se lo puso fácil, al volverse hacia él, buscándole siempre al final del muletazo. Estuvo voluntarioso.

 

Un mal trago se llevó el jerezano Alejandro Jurado, al ver cómo su becerro era devuelto a los corrales. No había forma de que el becerro doblase y el tiempo pasó ante la desesperación del muchacho, que intentó hacer las cosas bien en todo momento. No hay que tirar la toalla, así que mucho ánimo y adelante en su camino por torear. El público le reconoció el esfuerzo y le brindó una sentida ovación. En ese sentido destacar el gesto de compañerismo en el último de la tarde al brindarle Lavado la faena.