Manuel Jesús “El Cid” ante el primero, bravo, de embestida humillada y repetida, no redondeó la faena y acabó de una estocada y descabello. En el cuarto tampoco llegó a aprovechar totalmente la calidad del toro, y atacando con el brazo suelto entró yéndose para fuera sin clavar, y repitió de la misma guisa dejando una estocada.

 

Sebastián Castella se le ve atorado. Pese a todo se lució con el capote ante el segundo. Muleteó con ceñidos pases y al matar con el brazo suelto dejó un pinchazo a la salida del cual resultó cogido. Sonó un aviso, cobró otro pinchazo y atacando con el brazo suelto dejó una estocada corta. Saludó desde el tercio. Con el quinto, que llegó más apagado que sus hermanos a la muleta, intentó sin completar sacar faena a un toro parado y optó con buen criterio por abreviar, y perfilado al hilo del pitón y entrando con el brazo suelto cobró un pinchazo sin soltar y acabó de una estocada corta.

 

Rubén Pinar ante el tercero que se dejaba torear, realizó una faena de un número largo de pases pero sin concretar lo que le exigía el toro. Atacando con el brazo suelto dejó una estocada baja. Con el sexto al que realizó un quite por chicuelinas, salió decidido a hacer la faena de la tarde. El toro iba bien a la muleta y los pases fueron largos, corriendo bien la mano pero sin alcanzar lo que ofrecía la embestida del toro, por torear fuera de cacho y rematando el pase fuera. Con el brazo suelto dejó una estocada y con ello echó el cierre a la corrida.

 

Recordemos el célebre dicho de Pepe Moros en una reunión de barberos: “cuando hay toreros no hay toros y cuando hay toros no hay toreros”.