Sin casi esperar a ver los resultados vende la ganadería a los cuatro años a los hermanos Francisco y Vitorio Villar, que trasladan la ganadería a la provincia de Zamora, teniendo gran predicamento en la época. Se separan los dos hermanos en 1922, y en 1923 Vitorio vende su parte al salmantino José Encinas, el cual en 1931 vendió vacas y sementales a Juan Cobaleda, quedando parte de esto en las ganaderías de la Viuda de Alicio Tabernero, Juan Tabernero y Los Majadales, y aunque cedió parte a Esteban Hernández en 1932, se quedó con un lote de vacas y dos sementales, vendiendo definitivamente la ganadería a Dña. Caridad Cobaleda, viuda de D. José María Galache en 1939, el cual había adquirido en 1930 la ganadería de Urcola. En 1971 la ganadería y el hierro de D. José Vega, creador del encaste la adquirió Justo Nieto, quedando únicamente de la rama Vega-Villar en la familia Galache en la ganadería de Paco Galache, y solo Urcola en la de sus hermanos Eusebia y Salustiano Galache, dándose la circunstancia que los tres hermanos Galache fallecieron en poco más de un año,

hace unos 3 años. Francisco Villar, mantuvo en su poder la ganadería hasta 1925, año en que la vendió a Arturo Sánchez Cobaleda, pasando la vacada a manos de sus hijos, que lidian con diferentes hierros entre los que destacan Barcial a nombre de Arturo Sánchez Cobaleda. Ganaderías en las que sigue habiendo sangre de los famosos «patas blancas» y de donde ganaderos tan famosos como Victorino Martín, compró a Barcial 80 vacas y un semental y está tratando de hacer con este encaste lo que en su día hizo con el del marqués de Albaserrada.

Las características en cuanto a fenotipo de estos toros es lógico que sea un encaste por la mezcla de ambas sangres donde se dé una variedad de pelajes mayor, encontrándose las mezclas de los ensabanados, cárdenos, colorados, etc., con toda la variedad de berrendos y los accidentales de girones, luceros, remendados, calceteros, etc., de ahí llamados «patas blancas». Son animales elipométricos y brevilíneos, de perfiles rectos y subcóncavos, encornaduras astifinas y más desarrolladas que los Santa Coloma, de mirada expresiva, cortos de tronco, bajos de agujas y enmorrillados, de cortas extremidades y pezuñas y cola finas. Como característica decir que las hembras de este encaste con las de casta Navarra son las más pequeñas.

Los comportamientos de ambas procedencias, la Galache produjo toros más suaves y dulces, en su momento denominados «guirlaches», y los Cobaleda más cornalones, encastados y complicados, por lo que al dejar los diestros de quererlos se les lidia de novilladas y rejones, además de que ambas ramas lucharon con un enemigo de esta época como fue la báscula, que en los tiempos desde Manolete al Cordobés no fue un problema.

 

Texto de Juan Carlos Navas Gómez