Antes de que el mundo del toreo tuviera su catedral en la actual Plaza de las Ventas, los aficionados a la tauromaquia disfrutaban de la tradición popular en cualquier espacio amplio de la ciudad. Así, desde el origen de las corridas de toros en el siglo XII y hasta comienzos del siglo XVIII, la Plaza Mayor se convirtió en el escenario de las principales corridas de la capital. Y no fue hasta 1737 cuando se empezó a construir plazas de toros como las que se conocen hoy día.

Una estructura circular de madera con un diámetro de 50 metros y una capacidad para 10.900 espectadores situada en las inmediaciones del río Manzanares constituía la primera plaza de toros de la capital. La conocida como Casa Puerta solo acogió tres corridas en los 12 años que estuvo funcionando y pronto se quedó pequeña para la creciente afición madrileña. Fue entonces cuando el rey Fernando VI decidió construir la primera plaza permanente de la ciudad, la de la puerta de Alcalá. Se ubicaba donde actualmente se encuentran las calles de Claudio Coello y Conde de Aranda. Y aunque la base de sus tendidos seguían siendo de madera, su exterior fue rodeado de una base de cal y canto, con una fachada de mampostería enfoscada sin ninguna decoración. En sus inicios, la plaza podía acoger a 12.000 espectadores, pero la sustitución de las gradas de madera por otras de piedra, en 1833, redujo su aforo.

Con las obras de ensanche de la ciudad, la plaza de Alcalá tuvo que ser derruida a comienzos de 1870 y su puesto lo ocupó la Plaza de toros de Goya, en el mismo sitio donde hoy se asienta el Palacio de los Deportes. Los arquitectos Emilio Rodríguez y Lorenzo Álvarez diseñaron un ruedo de estilo mudéjar, con un aspecto más ortodoxo que sus predecesoras. El diámetro de la estructura se amplió a 60 metros, de forma que permitía un aforo de 14.867 espectadores, incluidos las localidades de Presidencia, Diputación, Palco Regio y Música. Su inauguración, el 4 de septiembre de 1874, coincidió con la época de mayor esplendor del toreo en Madrid y durante sesenta años fue testigo de las corridas más laureadas del país. Pero, una vez más, el espacio se quedó pequeño.

La construcción de Las Ventas comenzó en 1931 y duró tres años. Sus arquitectos conservaron el estilo de su predecesora, pero ampliaron su capacidad hasta casi 24.000 espectadores. Con lo que se convirtió en la plaza de toros más grande de España y la tercera con más aforo del mundo, después de la México DF y Valencia (Venezuela). Lo más curioso de su historia es que no siempre se utilizó para la lidia. Durante la Guerra Civil española (1936-1939) sirvió como campo de cultivo para verduras y hortalizas.