Juan Belmonte estaba pasando una temporada en una finca cercana a Córdoba, y un día se acercó a la capital vestido con chaqueta de caza; unos bombachos y unos leguis. Tomó café en el Club Guerrita, y aunque esperaba que su vestimenta llamase la atención, nadie hizo el menor comentario sobre el particular.
Juan quiso saber cuáles habían sido aquéllos después de marcharse, y le dijeron que nadie había comentado palabra alguna al respecto; sólo un socio, cuando le preguntaron quien había estado a primera hora en el Club, respondió:
– Pues ha "estao" un aviador.