Un picador, tan bruto como presuntuo, que cada día presumía de saber una cosa más que el anterior, dirigiéndose al popular matador Antonio Reverte, le dijo:
… Hoy he aprendido que al caballo se le puede llamar de doce maneras diferentes: penco, rocín, jamelgo, cuartago, corcel, rocinante, jaco……
Y Reverte le interrumpió al preguntarle:
-¿Doce nombres, dices?
– ¡Doce!, confirmó el picador.
A lo que Reverte le replicó, dándo1e la espalda:
-Pues aplícate los doce, y aún te quedarás corto.