El picador Andrés Hormiga, destacado varilarguero en la primera mitad del siglo XIX, fue censurado por un crítico madrileño, alegando que era »poca la ciencia que mostraba para conocer a los toros.
Pocos días después, el notable picador, hallándose de tertulia en un café madrileño, contestó al mencionado revistero con esta copla de seguidilla, surgida de un cantar andaluz:
El picar a los toros
no exige «cencia «,
sino fuerza en el brazo
y la «esperencia «.