Días atrás, en entrevista publicada por un portal taurino, hacía unas elocuentes declaraciones el actual presidente de la asociación de ganaderos de reses de lidia de Venezuela, Dr. Luis Felipe Ortiz, que lejos de dar a entender una realidad, abre el panorama a la polémica y a la discordia.

 

Señalaba en aquella nota, Don Luis, la necesidad que el gobierno nacional limitara las importaciones de toro de lidia, tras conocerse en primeras instancias los carteles de ferias como Tovar o en el pliego de licitación de algunas empresas para la plaza de San Cristóbal. Basta señalar que en la misiva que posteriormente emana el Dr. Ortiz a las autoridades de los Ministerios del Poder Popular para la Agricultura y Tierras; de Planificación y Finanzas; de Alimentación y para el Comercio, hace la exhortación a limitar divisas y la entrada al país –como si muchas fueran las que el gobierno ofrece al sector taurino venezolano- a las empresas que hagan tal estrategia de ofrecer ganado bravo extranjero en nuestras plazas, a instancias de asegurar la asociación de ganaderos una «suficiente oferta nacional válida de reses de lidia» a menos que se consulte «la previa opinión favorable de esta asociación».

 

Con todo el respeto que merece el Dr. Ortiz, es otra la realidad la que pinta el campo bravo desde hace unos cuantos lustros que no especifica en su carta, y que en parte es responsable de la grave crisis que pervive el toreo en Venezuela. Para comenzar, se cuentan con los dedos de la mano, y faltan nombres, de ganaderías nacionales, que se cuenten en estos momentos capacitadas de ofrecer garantías de éxito en nuestras principales ferias y plazas, así como en el resto de citas de la provincia. Nombres como Rancho Grande, El Prado, Los Ramírez, La Cruz de Hierro, Santa Fe, Los Aranguez, Campolargo, es lo más representativo en este momento del toro bravo venezolano, y a ver, en este instante cuales de ellas son las que marcan la diferencia con respecto a las foráneas que por necesidad de garantizar “espectáculo” se tiene que echar mano.

 

No es defender lo de afuera, es más, que mejor orgullo que en este momento estuviéramos hablando de un revulsivo de la cabaña brava venezolana, con encierros dignos en cuanto a peso y trapío en las plazas donde se lidien, que además de ello devolvieran la dignidad y respeto al toreo venezolano; pero no, esa no es la realidad, una que se transfigura con ganaderías casi en su total extinción y algunas ya ausentes del firmamento taurino por los costes y lo que implica en estos instantes criar toros bravos en crisis, y las que existen, llevando novillotes en su mayoría indignos a morir como bravos en plazas donde en una época se lidió lo mejor y mas selecto de América en cuanto a toro de lidia se refiere…

 

Otro punto en la mira de dicha nota, es la denuncia que se hace con relación a la presencia de ganaderos venezolanos inescrupulosos, “cachapeando” animales colombianos y pasándolos como propios, ante la atónita desvergüenza y desparpajo de las comisiones taurinas y aficionados en general. Pues señores, esto no es noticia nueva, porque numerosos son los ejemplos de quienes, y bajo que propósito, hacen este engaño no solo al que vá a las plazas a ver un espectáculo, sino incluso a las mismas autoridades gubernamentales ignorantes ante el contrabando que supone esta acción de supuestos ganaderos e incluso empresarios cómplices de todo ello. ¿No llama la atención que el primero o los primeros que debieran de cuidar que se cumpla con las normativas legales al respecto sea la misma asociación de ganaderos de toros de lidia venezolana, y no, que venga a pegar a destiempo un grito al cielo de lamento el máximo representante del gremio de ganaderos venezolano?

 

Sin duda alguna que estamos mal en todos los ámbitos posibles. Escasos de novilleros porque las ganaderías no promuevan el surgir y fortalecimientos de escuelas taurinas; que no se haga una seria selección de vaquillas y machos en las dehesas, que todo lo que medio tenga cuernos y kilos vaya a corridas de toros por parte de nuestros ganaderos, acciones estas evidenciadas en los últimos tres decenios, no ha hecho más que mella en todo el entramado taurino. Y a la vista está. Ayunos estamos de toreros que devuelvan la ilusión de identidad al aficionado venezolano, solo nos queda tomar la poco solvente pero practica solución de importar toros que en algo han mantenido un espectáculo que tal y como está va camino de su autodestrucción. Y ya lo estamos viendo.

 

Queda en las manos del eslabón más importante del entramado taurino como es el ganadero de reses bravas el poner la primera piedra para reconstruir la solvencia de un espectáculo que implosionó hace rato largo… la solución la tienen en sus fincas y en esos laboratorios tan singulares como es las plazas de tientas, asi como lidiar un toro integro en los momentos que corresponda llevarlo a las plazas de toros, lo que en parte daría así mismo personalidad a una fiesta que tiende a morir por actos de egoísmo como este.