La tremenda decepción pesó demasiado como también lo mucho y muy bien que se había toreado en Vista Alegre solo veinticuatro horas antes. Ello, aparte de la chabacana aunque celebrada e increíblemente premiada actuación de Juan José Padilla a quien le dieron la oreja del primer toro con parecida petición que la negada un día antes a José María Manzanares. Miguel Ángel Perera, por su parte y aunque, en todo momento anduvo dispuesto a volverla a formar, se estrelló con dos toros de imposible lucimiento saliendo de la feria con un sabor agridulce.

 

Bilbao. Plaza de Vista Alegre. 20 de agosto de 2008. Quinta de feria. Tarde calurosa con más de tres cuartos de entrada. Seis toros de La Quinta, bien aunque desigualmente presentados en la diversa tipología y pelaje característicos del encaste Santa Coloma. Salvo el primero, que fue el más alegre y noble, dieron muy mal juego por sosos y descastados en distintos grados de fuerza. Juan José Padilla (añil y oro): Estoconazo, oreja. Buena estocada, ovación. El Juli (verde musgo y oro): Media estocada y descabello, ovación. Gran estocada, oreja. Miguel Ángel Perera (marino y oro): Gran estocada, ovación. Buena estocada, ovación. Tras finalizar el paseíllo, se guardó un minuto de silencio por la tragedia del aeropuerto de Barajas en Madrid.

 

En la plaza de Vista Alegre también suele cambiar mucho de categoría el público de diverso aluvión que rellena los tendidos que ocupan los abonados según las preferencias de los invitados por las empresas que compran muchos para regalar y los que acuden a las taquillas para ver a su torero preferido. Uno de los más populares en Bilbao es Juan José Padilla y por eso, imagino, se le colocó por delante en un cartel donde no pegaba ni con cola. Fue uno de los dos triunfadores de la tarde aunque la oreja que cortó el jerezano no tuvo nada que ver con la que se ganó el maestro madrileño. Además y como ya he dicho en la entradilla, para muchos buenos aficionados no fue de recibo que a Manzanares no le premiaran anteayer después de torear como toreó aunque algunos le hayan puesto alguna pega – que si no se cruza suficientemente, que si demasiado separado del toro, que si patatín, que si patatan… – y, mira por donde, llega el día siguiente un señor vestido estrafalariamente que torea bastante más separado, más por las afueras y, desde luego, con infinitamente peor gusto que el alicantino y, ¡toma del frasco, Carrasco¡.

 

 

En fin, que esto pasa en las mejores familias, como también en las de El Juli y de Perera, solo que a ellos no les tocó ningún toro mínimamente lucido y poco faltó para ambos se fueran de total vacío. Así, Perera, que debió sufrir un jarrazo de agua fría por no poder tocar pelo, creo que por única vez en lo que va de su arrolladora temporada en ruedos importantes.

 

Tampoco El Juli de su primero al que intentó cuajar con templado primor como queriendo decir, yo también sé torear despacio – El Juli es un gran aficionado que celebra como pocos los éxitos de sus compañeros –  y vean cómo puedo hacerlo, tanto con la capa como con la muleta. Pero al segundo toro se le escapó enseguida el gas y hasta terminó echándose en la arena. Una pena que se trocó en seca alegría con el quinto de la tarde.

 

La faena que Julián le hizo al pésimo quinto fue importante porque se la inventó incluso logrando largos muletazos sin que al principio nadie creyera que sería posible. Así son los verdaderos maestros. Titulo que ahora tanto se prodiga en este mundillo donde así se llama a todo Quisque aunque de maestros tienen o tuvieron lo que yo de obispo.

 

Y nada más por hoy porque en cuanto a calidad artística se refiere, no hubo nada y, encima, un descomunal aburrimiento, ciertamente abultado por la horrible tragedia de Barajas que muchos conocimos al llegar a la plaza. Descanse en paz las muchas, demasiadas víctimas y que nadie lo olvide o se nos imponga el olvido como tantas veces en esta España aparentemente feliz que tantas desgracias está viviendo mientras nuestros políticos intentan ponerle remedio echando tierra a toneladas sobre los muertos y que los responsables no aparezcan por ningún sitio. Por cierto y  penúltimo ejemplo: ¿Sabe alguien a estas alturas quien o quienes fueron los que ordenaron poner las bombas en los trenes de Atocha? Pues eso.  

 

 

 

 

 

EL QUITE DE DOMINGO DELGADO DE LA CÁMARA

 

A El Juli le tocaba hablar

 

 

 

 

Minuto de  tras el paseíllo por la catástrofe aérea del aeropuerto de Barajas. Primero hablaban de cuarenta muertos. Después de cincuenta, después de cien… Terrible. Tengo la sensación de que algo está pasando en los aeropuertos. Hasta hace poco, los aviones eran mantenidos y revisados con sumo celo y cuidado. Ahora, a causa tal vez de la utilización constante de los aparatos y de su explotación continuada, da la impresión de que la vigilancia no es tan importante. Estas tragedias empiezan a ser más frecuentes que antes. Y es desolador. Nuestro más sentido pésame a todas las familias afectadas.

 

Y en este ambiente de consternación y con la resaca del gran festejo de anteayer se dio suelta a los toros de la Quinta. Toros de preciosa estampa. La corrida era un muestrario de todas las hechuras del encaste Santa Coloma. Lo malo es que salieron con una sosería desesperante. El encaste Santa Coloma no conoce el término medio: o no dejan parar quieto a nadie, o salen tan sosos como los de ayer. Por eso las figuras se apuntan a los denostados toros de Domecq que, con todos sus defectos, son los que más embisten. Esta es la razón por la que, hoy en día, es el encaste predominante.

 

Perera estuvo tan firme como es habitual en él y todo lo hizo despacio. Pero la sosería del tercero, que embestía siempre con la cara alta, y la invalidez del sexto, impidieron el triunfo. Mató muy bien. Ayer se mató muy bien: los tres diestros dejaron buenas estocadas. Y suele ocurrir que, cuando se hacen las grandes faenas, los toreros se hartan a pinchar. Tan absurdo e imprevisible como la propia vida.

 

 Padilla con su primero templó más de lo que en él es habitual. Pero  sobró la oreja que le dieron porque, debido a la sosería del toro, allí no hubo emoción por ninguna parte. Además, el premio fue pedido por una minoría. Matías González, que tantas veces ha negado orejas clamorosas, se excedió concediéndola. Nos parece bien que desde el palco se tenga una actitud más flexible, pero todo debe tener una medida: esta oreja de Padilla fue excesivamente benevolente. En el cuarto, que estaba más parado que los toros de Guisando, Padilla puso todo lo que estaba en su mano para animar a la parroquia, pero fue imposible. El toro no quería saber nada.

 

Y el Juli. El Juli tenía que hablar. De ningún modo podía dejar pasar en blanco la feria de Bilbao. Y habló efectivamente dando una magistral lección. A su primero lo toreó de capote con gran delicadeza y fue excelente también el inicio de faena. Con capote y muleta había toreado de salón, pero en la segunda serie el toro ya no quiso embestir más y se acabó. Quedaba el quinto. Manso sin paliativos en el caballo y nada fácil para la muleta. Embistió de mala gana en los dos primeros muletazos y al tercero dijo que nones, que ni hablar. Pero era El Juli el que estaba delante y El Juli es mucho Juli. Hizo embestir a un borrico. Colocado cerca y dejando el engaño siempre en el hocico, sacó muletazos inverosímilmente largos. Se inventó una buena faena ante un toro que no ofrecía nada y cortó una oreja de mucho valor. No sé si la gran actuación del Juli habrá sido entendida por todos. Los tópicos juegan en su contra y hay que ser muy buen aficionado y saber ver bien al toro para valorar lo bien que lo hizo Julián López. Otro diestro al que muchos tienen sumo interés en defenestrar. Pero van a tener que esperar mucho tiempo, porque se trata de una gran figura.

 

 

BILBAO: J.Atº Del Moral y D. Delgado Cámara  www.torosenlibertad