Está claro que este año, además de maldito por las personas fallecidas y afectadas, debido a la  pandemia del Covid19, también lo es en el ámbito taurino porque, además de suponer una enorme crisis para la Fiesta Nacional, nos obliga a recordar a algunos toreros que ya no están con nosotros. Es el caso de Gallito, al que días pasados le dediqué un artículo y hoy, que traigo el recuerdo de un gran torero y una gran persona. Me refiero a José María Martorell.
25 AÑOS SIN MARTORELL
Por Antonio Portillo Peinado
Fuente: deltoroalinfinito.com
El próximo 21 de este mayo hace 25 años que nos dejó. ¡Parece que fué ayer!. Mi recuerdo desde cuando de niño lo vi torear muchas veces acompañando a mi padre, aficionado y amigo suyo, hasta cuándo ya de adulto lo veía en el Coso de Los Califas, presenciando algún espectáculo, o cuando lo he evocado en bastantes conversaciones con amigos comunes y profesionales compañeros suyos, me obliga a dedicarle estas palabras.
José María Martorell Navas nació en Córdoba, en el número 19 de la avenida de Ollerías, muy cerca de S. Cayetano, el 24 de mayo de 1929. Entre los años 1943 y 44 empieza a interesarse por el toreo. Él provenía de familia vinculada a la tauromaquia cordobesa, la saga de los Martínez. Emparentado con dos muy buenos subalternos que tuvieron una muerte prematura y violenta. Me refiero a «Manene», muerto en 1888 de una cornada en la vieja plaza cordobesa de Los Tejares por un toro de Lagartijo; y «Cerrajillas» que se pegó un tiro con un revólver tras haberle disparado a su esposa y creerla muerta, cuando quedó herida en 1909.
Desde sus inicios en el mundo del toro se vincula estrechamente con la familia de Manolete, al que siempre consideró su ídolo, a través de Rafalito Soria Molina «Lagartijo», sobrino de Manolete por parte de su madre Dolores, hermana solo de madre del torero cordobés, puesto que era fruto del primer matrimonio de Doña Angustias Sánchez con Rafael Molina Martínez «Lagartijo Chico», sobrino de «Lagartijo el Grande».
Los dos chavales inician su actividad taurina ante el público en Linares el 17 de junio de 1945. Contaban pues Martorell  dieciséis años y «Lagartijo» quince (había nacido en enero de 1930).
Los dos también se visten a la vez  por primera vez de luces en una novillada sin caballos en Priego de Córdoba el día 20 de junio de 1946, festividad del Corpus, con ganado de Marín. Triunfan ambos con corte de dos orejas cada uno y salida a hombros de los aficionados. Ese mismo día otro novillero cordobés, que atesoraba mucha calidad en su fino toreo, triunfó en Villarrobledo cortando dos orejas y rabo. Me refiero a Luis Rivas, que años más tarde y en plena juventud perdió la vida por las secuelas de una gravísima cogida que le propinó un novillo toro en la plaza madrileña de Vista Alegre.
En el mes de agosto de ese año triunfa, por partida doble en Córdoba, otro novillero cordobés, hijo del crítico taurino «Tarik de Imperio», que se apodó «Joselete». Estos cuatro novilleros: Luis Rivas,»Lagartijo», Martorell y «Joselete» crearon un bonito ambiente taurino en una Córdoba encumbrada al mundo taurino por «Manolete», al que todos estos chavales pretendían emular. Sólo fué Martorell el que despegó finalmente consiguiendo importantes cotas en el mundo taurino de finales de los 40 y los 50. Rivas y «Joselete» llegaron a novilleros con caballos y  «Lagartijo», al que le concedió la alternativa Martorell el 7 de octubre de 1951 en Montoro, finalizó ahí su carrera taurina.
El 1 de septiembre de 1946 se presenta con caballos Martorell. Lo hace en Córdoba, y cómo no, acompañado por «Lagartijo» y «Joselete», con ganado de Salvador Guardiola. Corta una oreja, mostrando mucho valor.
El primer triunfo importante, como novillero, lo obtiene en Córdoba el domingo 13 de abril de 1947, con corte de tres orejas y salida a hombros. Triunfo que repetiría en su ciudad el 29 de junio al cortar las dos orejas y el rabo de su segundo novillo, volviendo a salir a hombros.
Estos triunfos le abren las puertas de plazas importantes como Valencia, Zaragoza, Linares, Jaén y Barcelona, la que sería, junto a México DF, Palma de Mallorca y Córdoba «sus» plazas. Termina esa temporada de 1947 con un total de 11 novilladas toreadas.
La siguiente temporada de 1948 es la de su consolidación como novillero, el 29 de junio día de S. Pedro se presenta en Las Ventas con ganado de Sánchez Fabrés y acompañado por «Morenito de Talavera Chico» y Alí Gómez. Triunfó Martorell en el quinto novillo, al que le cortó la oreja.
En esta temporada irrumpe otro novillero cordobés con fuerza, que había iniciado su andadura taurina en Valencia, y que durante algunos años forjó una cierta rivalidad local con Martorell, me refiero a «Calerito». Dicha rivalidad no alcanzó cotas significativas, pues aunque tuvo calidad y valor, «Calerito» no alcanzó nunca la importancia de Martorell como torero. Termina la temporada de 1948, tras triunfar en importantes plazas y sobre todo en Córdoba el día de S. Rafael cortando 4 orejas 2 rabos y 1 pata, y encabezando el escalafón de novilleros con 44 actuaciones.
     Programa de mano Alternativa
Comienza la temporada de 1949 con importantes actuaciones de Martorell en compañía de «Litri» y «Calerito»;  Bilbao y Valencia fueron testigo de ello. Fue antesala de su Alternativa que se la concede «Parrita» en la plaza cordobesa de Los Tejares el 26 de mayo, al cederle la muerte de ”Pato» n°99 de la ganadería de D. Juan Guardiola, acompañado por Antonio Caro. Obtuvo un importante triunfo con corte de dos orejas a su primero, renunciando a una de ellas (igual que ahora…) y las dos y el rabo del sexto. Los aficionados se lo llevaron a hombros por las calles de Córdoba hasta su casa. Termina José María la temporada de 1949 con 24 corridas toreadas.
«Parrita» le da la Alternativa
Le confirma la Alternativa en Las Ventas el compadre de su ídolo Manolete el 16 de abril de 1950. «Gitanillo de Triana» le cede la muerte del primer toro de la ganadería salmantina de D. Ignacio Sánchez y el cordobés causa una magnífica impresión pese a haber perdido la oreja de su segundo enemigo por la espada. Le acompañó en el cartel el extraordinario matador de toros Rafael Ortega, con quién nuestro torero alternó bastantes tardes.
 
 «Gitanillo» le confirma.
Junto a varias exitosas actuaciones en Barcelona, Martorell triunfa en Córdoba nuevamente en la alternativa que le concede «Parrita» a «Calerito», el 26 de mayo de este 1950, triunfo que le supuso la concesión del Trofeo Manolete que había instituido el Ayuntamiento cordobés y que aún tiene vigencia, siendo uno de los más antiguos de España, 70 años. Martorell lo conquistó tres años 1950, 1951 y 1953. Sólo él, junto a «El Pireo» y «Finito de Córdoba», lo han obtenido por partida triple. Esta misma terna inaugura el 27    de agosto la plaza de toros de Tánger, que tuvo actividad taurina hasta el 4 de octubre de 1970; actualmente se prevé su transformación en un centro comercial. Termina 1950 toreando 42 corridas de toros y ocupando el 5° puesto en el escalafón.
En 1951 continúan los éxitos de Martorell, incrementándolos incluso y madurando significativamente su toreo, fue su mejor temporada en número de actuaciones. Torea este año 71 corridas de toros, quedando en tercer lugar en el escalafon, tras Luis Miguel Dominguin y Manolo González, y por delante de toreros como Aparicio, «Litri» y Antonio Ordóñez.
El 21 de octubre de este 1951 participa en la gran corrida homenaje «pro-monumento» a Manolete, e inmediatamente después viaja a Perú y México, donde se presenta y le confirma alternativa Fermín Rivera en presencia de Anselmo Liceaga el 11 de noviembre. A los siete días, en su segunda actuación en la Monumental  obtiene un gran triunfo, levantando al público de sus asientos y cortando tres orejas.
 Martorell en la Monumental México DF
Este éxito le hace repetir y obtener tres enormes triunfos más, consecutivamente los días 6, 13 y 20 de enero de 1952, iniciando así otra importante temporada.
Se suceden los triunfos del cordobés en diversas plazas mejicanas y venezolanas, volviendo a Córdoba, que le brinda un gran recibimiento el 9 de marzo. El 23 de dicho mes inicia en Barcelona (donde más toreó) una exitosa andadura por los más importantes ruedos españoles. Muchos fueron los éxitos en Barcelona, que acompañó este 1952 con otros en Madrid, Vitoria, Santander, Bilbao, Puerto de Sta. María…. Completó en España 49 actuaciones, perdió algunas por percances, que sumadas a las actuaciones en plazas americanas elevó la cifra significativamente.
 Gran estocada de Martorell en México
Los éxitos en América de estas dos últimas temporadas hizo que se relajara en la temporada de 1953 en España, bajando a 19 corridas. Pese a ello obtiene importantes triunfos en Barcelona y sobre todo Córdoba, donde obtiene el tercer Trofeo Manolete muy brillantemente el 27 de mayo con ganado de Concha y Sierra (casta vazqueña pura) y alternando con Ordóñez y «Pedrés». Cortó cuatro orejas y un rabo, saliendo a hombros de la plaza.
Vuelve a hacer campaña americana en 1953 – 54, en Colombia y Mexico. A su regreso a España se toma un descanso, toreando solo 10 corridas. Su interés se centra durante esta etapa mucho más en las temporadas invernales americanas.
Obtiene importantísimos triunfos en México, sobre todo a principios de 1955, si bien el 6 de febrero un toro de La Laguna lo coge gravemente en la Monumental México DF. Tras el grave percance siguió toreando hasta caer desfallecido. Lo llevaron a la enfermería , así como las orejas del toro. Martorell puede decirse, sin temor a la exageración, que ha sido uno de los 7 u 8 toreros españoles más admirados en la historia taurina mejicana.
Está más de un mes convaleciente, y como ocurrió con Manolete en 1946, torea una sola corrida a lo largo de este 1955.
Retoma la actividad en España al año siguiente, toreando 25 corridas, pero con más aplomo y madurez, alcanzando en sus dos últimas temporadas en activo, las de 1956 y 57 el toreo de más calidad de su carrera taurina. Y tuve la suerte de verlo en esos años.
Varios críticos de la época, como Barico, Don Ventura o Casanova, que siempre ponderaron la honestidad, la entrega y sobre todo el valor de Martorell, coinciden en apreciar una sensible mejora en su toreo, calificándolo de excelente en varias crónicas. Posiblemente el temple del toro mejicano hizo que depurara su técnica, como ha ocurrido con otros toreros españoles.
José María Martorell tuvo la mala suerte de despuntar inmediatamente después de la tragedia de Linares, y tanto su entorno inmediato como el público de Córdoba siempre lo trataron como el sucesor de Manolete. Él mismo, por su concepción del toreo, colaboró en ello. Eso, por sobrecargarle de responsabilidad le perjudicó, sobre todo los primeros años, en los que sufrió muchas cogidas, afortunadamente sin gravedad, derivadas también del aprendizaje de la técnica de Manolete que es muy difícil por el terreno que hay que pisar ante el toro.
Tras Manolete hubo muchos toreros que lo imitaron, alguno incluso coetáneos, como «Parrita». Pero lo han hecho más en la forma que en el fondo. Ejemplos de toreros «amanoletados» han prodigado hasta nuestros dias, entre otros, algunos con cierto éxito como «Mondeño», Vicente Barrera o «Chiquilín».
Sin embargo, desde mi punto de vista y tras 65 años viendo toros, sólo dos toreros han llegado a profundizar y desarrollar el auténtico fondo taurino de Manolete. Me refiero a Martorell y José Tomás, que se parecerán menos que otros en las formas hieráticas, pero que sin embargo han desarrollado mejor que nadie el concepto de la tauromaquia «manoletista».
La colocación y el saber esperar la embestida del toro, hasta que «…éste se estrella en la muleta…», como explicaba Manolete el pase natural, metido en el terreno del toro y con un ajuste extraordinario en el embroque, solo se lo he visto, después de Manolete, a Martorell y Tomás.
Para hacer ese toreo se precisa mucho valor. Valor que han demostrado sobradamente estos dos toreros. Valor, honestidad y entrega, porque de esas virtudes transmiten con  extraordinaria sinceridad emoción a los tendidos. Y ahí está la clave de la Tauromaquia.
 Muy ajustado en el embroque
Sin duda esta forma de asumir y hacer el toreo supone un tremendo desgaste físico y sobre todo psicológico para el torero, de ahí que tanto Manolete como Martorell y Tomás han sido toreros de corto recorrido en el tiempo. Pese a lo de Linares, Manolete desde principios de 1947 tenía decidido retirarse ese año, que toreó más por empeño de Camará que por él mismo. No conozco ningún caso de toreros que pisando el terreno que han pisado estos tres hayan permanecido, en activo con continuidad, más de 7 u 8 temporadas. En nuestro caso Manolete y Martorell coinciden con diez años de diferencia. El primero de 1939 a 1947 y el segundo de 1949 a 1957, ocho años. Hasta en eso nuestro torero emuló al «Monstruo». También como su ídolo, sin llegar a su nivel, fue un buen estoqueador.
En Albacete
En Vitoria
Y efectivamente con 22 corridas toreadas en 1957 termina la andadura profesional el 19 de octubre en la feria de S. Lucas de Jaén. Corrida de D. Ignacio Sánchez para Angel Peralta, por delante, Martorell, César Girón y Dámaso Gómez, tristemente fallecido en estos días.
La última actuación en Córdoba, que tuve la fortuna de presenciar, fue el 26 de septiembre, ante una muy seria y difícil corrida de D. Félix Moreno (Saltillo). Alternó con Gregorio Sánchez y Joselito Huerta. Martorell tuvo una actuación profesional extraordinaria, pues tuvo que matar cuatro toros por cogidas de sus compañeros. Además hizo una excelente faena al cuarto de la tarde, un ejemplar de pelo muy extraño en ese encaste, pues era «tostado», bien armado y un punto veleto, que pesó 484kg, lo recuerdo porque guardo en mi memoria como una fotografía la cara del toro y la tablilla con el peso, al igual que la faena, con varias series de naturales con la izquierda en un palmo de terreno bajo el palco presidencial y un remate final con unas «manoletinas» de las suyas. Las mejores que he visto en mi vida.
Martorell daba las «manoletinas» mejor que Manolete, y no exagero. Citaba al toro de frente echándole la bamba de la muleta por la arena, se lo traía toreado con mucho temple «por abajo» y vaciaba , dándole salida «por arriba». Era realmente emocionante ver como un pase de adorno lo convirtió en un pase con profundidad.
     Inicia por abajo y remata por arriba
Tuvo José María una gran virtud que fue torear siempre «por abajo», tanto con el capote como con la muleta. Hizo un toreó con el capote a pies juntos y de manos bajas, inigualable, con gran capacidad de transmisión al tendido. Y basó la faena de muleta en el toreo en redondo con ambas manos y como digo las «manoletinas». Fue muy buen matador. Los toreros valientes, y Martorell lo fue como el que más, matan bien los toros. Como me dijo en una entrevista sobre Martorell que le hice al maestro Jaime Ostos, al que aprovecho para darle ánimo en estos momentos difíciles de salud que atraviesa:< «Ése (por Martorell) peinaba la arena»>. Qué frase más bonita para definir el toreo de nuestro torero!!.
Magnífico lance de manos bajas
Martorell, desde mi punto de vista, y he visto a todos, ha sido el mejor torero cordobés después de Manolete. Córdoba, como ha ocurrido y sigue ocurriendo lamentablemente muchas veces, no ha reconocido la calidad de Martorell, ni la importancia que tuvo al darle continuidad, en su esencia, a la tauromaquia del torero más universal del pasado siglo: Manolete. Sirva este humilde trabajo para al menos compensar en una pequeñísima parte esa injusticia.