Anecdotario taurino

De lo dicho no hay nada Cuando Juan Belmonte toreó por vez primera en Zaragoza, acudía a la capital maña precedido de una aureola de fama conseguida por las distintas plazas de toros de Es­paña, por lo cual los zaragozanos sentían una acusada curiosidad por conocerle. A verlo torear quiso asistir el diestro, ya retirado,…