De Purísima y Oro: Una cuestión de honor

Señor Juez: Las cartas abiertas me caen como patada en los adornos de la bisectriz, sin embargo, no tengo otro modo de decirle estas palabras. Por otra parte, si usted no llega a leer las líneas que a continuación se enlazan, por lo menos, para mí serán una forma muy saludable de desahogo echando fuera los diablos. Quería contarle que por la mañana cuando lo observé en el patio de cuadrillas a la hora del sorteo, me vino a la cabeza que usted vive una situación insultante. Ser una autoridad responsable en un país patas parriba debe ser un martirio insufrible.